Es un mundo extraño

Por Javier De Rivera

Vivimos en un mundo extraño, donde los límites y los bloques políticos ya no están nada claros. La contraposición mundo libre capitalista v.s. totalitarismo comunista ya no es factible (hace ya tiempo). Tras el triunfo del primer modelo sobre el segundo, por colapso del segundo más que por superioridad moral o táctica del primero, la dicotomía vino a ser la de mundo desarrollado democrático v.s. mundo por desarrollarse y por democratizarse. 

La crisis en los países occidentales al tiempo que los países emergentes avanzan en lo económico sin grandes pasos en lo democrático o social, nos enfrenta con una nueva realidad, extraña, que pone en cuestión que los fundamentos de la civilización occidental fueran los adecuados.

Así, los críticos del capitalismo que llevaban decenios intentando hacer oír sus protestas en la algarabía de consumismo y progreso, ven ahora campo abierto para trasmitir su mensaje, criticar el modelo decadente y suicida del capitalismo financiero y proponer (o intentarlo) nuevas alternativas.

En ese proceso, las naciones emergentes con pocos avances democráticos reales, se convierten en potenciales aliados de campaña. Se trata de países que han intentado hacer valer su potencial económico y político ante el gigante americano-occidental, que los frustraba siempre gracias a su control global del consumo, las finanzas y la guerra.

Por ejemplo, en un documental como Inside Job donde se critica el despropósito suicida de la especulación financiera, se recurre al Ministro de Finanzas chino como “voz crítica” con el capitalismo financiero. China tiene un sistema financiero público que quizás funcione de modo más racional que el occidental, pero no deja de ser un país autoritario donde sus ciudadanos no tienen derechos ni libertades.

Otro ejemplo, es la colaboración de Julian Assange con Russia Today, un canal perteneciente al gobierno ruso, que tampoco se puede decir que goce de una gran salud democrática. Este tipo de canales juega por un lado a apoyar voces críticas en todo el mundo, mientras que ahoga las críticas internas, y en general se trata de iniciativas mediáticas muy bien organizadas y con una considerable calidad. La televisión Al-Jazeera es otro caso de estas iniciativas, fundada por el Emir de Qatar (una autocracia) se presenta como la cadena internacional surgida del mundo árabe que presta información independientes y de calidad… crítica con occidente, pero no con el Emir ni la explotación de trabajadores inmigrantes en su país.

Lo mismo podría argumentarse de otros canales como la CNN, la BBC o FOX: que representan los intereses de sus fundadores o simpatizantes, mostrando una cara crítica y haciendo periodismo independiente con el exterior, pero no de puertas para adentro. La salud y la independencia de estos grupos mediáticos es variables, pero todos tienen en común una cierta dependencia de intereses políticos y económicos. Y aunque los medios occidentales pueden tener una mayor tradición de independencia periodística, siguen dejando puntos ciegos cuando miran hacia el status quo al que se han incorporado.

El caso es que igualar a grupos mediáticos occidentales de tradición con nuevos media relámpago de países autoritarios, nos deja sin esa perspectiva de “buenos” y “malos”. Y no son sólo los medios, sino todo el sistema, desde el gobierno, el funcionamiento económico y la cultura lo que queda en entredicho como algo que depende de grupos de poder, en pugna por mayores cuotas de poder.

 

 

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